miércoles, 30 de marzo de 2016

SESION VIERNES 8 DE ABRIL, 20:00 HORAS, EN BEZANA.

Reflexión sobre la encíclica ecológica del Papa Francisco: Laudato Si​,​ inspirada en el Cántico de las C​riaturas de San Francisco de Asís.

Un texto en el que, criticando la “cultura del descarte”, invita a dejar “un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”
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domingo, 27 de marzo de 2016

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!



Escritos del Obispo de Santander

DESDE LA PASCUA, LA VIDA TIENE UN NUEVO SENTIDO

La resurrección de Jesús no es un sueño ni una fantasía. La Resurrección de Jesucristo es un hecho, no una intuición perspicaz, ni una teoría genial, ni una experiencia puramente psicológica. Sólo la solidez de un hecho ha podido mantener un retorno a escena de quien, según el parecer de todos, había sido vencido, humillado y aniquilado con la muerte de cruz. Un Jesús que fuese un fantasma no hubiera conseguido que sus discípulos volvieran a creer en El. Hay hechos que la acreditan y han sido narrados con impresionante unanimidad por los cuatro evangelistas (Mt 28:1-15; Mc 16:1 ss; Lc 24:1-11; Jn 20:1 ss.). Los discípulos de Jesús eran reacios a creer en la resurrección y, en un primer momento, no aceptaban el testimonio de las mujeres.
El misterio de la Resurrección de Cristo de entre los muertos pertenece a la predicación fundamental del anuncio evangélico. Desde el mismo día de Pentecostés, los Apóstoles con la fuerza del Espíritu anuncian con confianza y sin temor el misterio de Cristo. “A este Jesús, dice Pedro, Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos” (He 2:32). Es este el anuncio fundamental de la fe, la ‘buena noticia’ que resuena con fuerza en la predicación de la Iglesia también hoy.
La resurrección de Jesucristo es el punto central de una espiritualidad verdaderamente cristiana, plasmada definitivamente por su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. La vida tiene un nuevo sentido: ya se puede morir para vivir, aceptar la muerte para resucitar, cambiar el sentido y el destino de las cosas en un dinamismo y en una cultura de la Resurrección. El misterio pascual de Cristo es el arquetipo fundamental de la vida de la Iglesia y de la existencia de todo cristiano. Una vida, por lo tanto, de hombres resucitados, no de hombres abocados a la muerte. Una vida de testigos que llevan luz en los ojos, contagian la alegría del corazón, demuestran su fortaleza ante la adversidad, testifican el amor del Resucitado hasta dar su vida por Él. Vivir así significa “no pecar contra la resurrección” sino vivir en la atmósfera de la Pascua.
¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!
+ Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander.

jueves, 24 de marzo de 2016

VIERNES SANTO 2016


Carta del Obispo

UNA DEUDA DE GRATITUD PARA CON LOS CRISTIANOS EN TIERRA SANTA.

Queridos diocesanos:
El Viernes Santo es el día que no parece llegar nunca al ocaso en Tierra Santa, que continúa viviendo un tiempo interminable de violencia. La situación de Oriente Medio es de gran incertidumbre ya que padecen las consecuencias de la guerra en Siria. En Líbano y en Jordania se multiplican los refugiados en campos cada vez menos adecuados. Sorprende el número de secuestros y asesinatos de cristianos en Siria y en otros lugares, la destrucción de iglesias, hogares y escuelas. Esto provoca que los cristianos que viven en estas regiones se vean obligados a emigrar. Viven en la inseguridad o sufren la violencia, a veces, simplemente porque profesan su fe, que es la nuestra. No obstante, hay hermanos allí que deciden permanecer donde Dios ha llevado a cabo en Cristo el plan de la reconciliación universal. Allí están nuestras raíces, allí está nuestro corazón. Es muy importante la presencia de cristianos en aquellas benditas tierras. Por eso todos los católicos tenemos contraída con ellos una deuda de gratitud.

La Colecta del Viernes Santo a favor de Tierra Santa es el principal recurso para el sustento de la vida y las obras de los que allí viven. Gracias a ella recibirán el apoyo necesario para estar cerca de los pobres y los que sufren, sin distinción de credo o etnia. Las parroquias podrán sostener las escuelas donde cristianos y musulmanes están preparando un futuro de respeto y colaboración. Seguirán abiertos hospitales y clínicas, hospicios y centros de reunión también en nuestros días. Seamos, pues, generosos

Muchos hermanos en la fe están viviendo en Tierra Santa el “ecumenismo de la sangre”. Queremos estar a su lado con toda solicitud. Oramos fervientemente por la Comunidad católica de Tierra Santa: la latina de la Diócesis patriarcal de Jerusalén, la Custodia Franciscana y de otros grupos. Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio. Oremos por la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio, esforzándonos para que este don de Dios ofrecido a los hombres de buena voluntad se difunda por el mundo entero.

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander

domingo, 13 de marzo de 2016

SEMANA SANTA 2016.

INFÓRMATE DE LOS HORARIOS DE LAS CELEBRACIONES EN TU PARROQUIA:

PARROQUIA DE SOTO DE LA MARINA




PARROQUIAS DE ARCE, ORUÑA Y BARCENILLA


PARROQUIA DE SANTA CRUZ DE BEZANA
PARROQUIA DE BOO DE PIELAGOS

PARROQUIA DE SAN ROMAN DE LA LLANILLA


PARROQUIA DE MORTERA


PARROQUIA DE LIENCRES


Carta del Obispo
Semana Santa en el 





viernes, 4 de marzo de 2016

24 HORAS PARA EL SEÑOR EN LA PARROQUIA DE BEZANA_4-5 DE MARZO

El papa Francisco pide no malograr el deseo del pecador de reconciliarse con el Padre
 04/03/16
El ministerio del confesor es el del acompañar, porque el encuentro con el Señor es personal, íntimo, y el corazón se pueda abrir sinceramente y sin temor al Salvador. Solo Dios es quien obra en cada persona. Así lo ha indicado el papa Francisco, durante la celebración penitencial, que se ha celebrado esta tarde en la Basílica de San Pedro. Este acto ha abierto la iniciativa llamada “24 horas para el Señor”, promovida el Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización, que este año se vive en el contexto del Año Jubilar, y al que se adhieren numerosas diócesis de todo el mundo. 

Haciendo referencia al “que yo pueda ver” de Bartimeo en la lectura del Evangelio de Marcos leída anteriormente, el Santo Padre aseguró que esta es la petición que “queremos dirigir al Señor”. “Ver de nuevo después de que nuestros pecados nos han hecho perder de vista el bien y alejado de la belleza de nuestra llamada, haciéndonos vagar lejos de la meta”, precisó. 

El Santo Padre subrayó que el pecado “nos empobrece y aísla”. Es –aseguró– una ceguera del espíritu, que impide ver lo esencial, fijar la mirada en el amor que da la vida. Y además, el pecado “lleva poco a poco a detenerse en lo superficial, hasta hacernos insensibles ante los demás y ante el bien”. 

Asimismo, advirtió sobre lo fácil y equivocado que es creer “que la vida depende de lo que se posee, del éxito o la admiración que se recibe”, “que la economía consiste solo en el beneficio y el consumo”, “que los propios deseos individuales deben prevalecer por encima de la responsabilidad social”. Y añadió que “mirando sólo a nuestro yo, nos hacemos ciegos, apagados y replegados en nosotros mismos, vacíos de alegría y libertad verdadera”.
Al respecto, recordó que “la presencia cercana de Jesús permite sentir que, lejos de él, nos falta algo importante”. Nos hace sentir necesitados de salvación, y esto es el inicio de la curación del corazón. 
Por eso, el Santo Padre invitó a reconocernos “mendigos del amor de Dios”, y a no dejar “que el Señor pase de largo”. A este punto, indicó que este Jubileo de la Misericordia “es un tiempo favorable para acoger la presencia de Dios, para experimentar su amor y regresar a él con todo el corazón”. 
Por otro lado, el Pontífce aseveró que hoy más que nunca, sobre todo los pastores, “estamos llamados a escuchar el grito, quizás escondido, de cuantos desean encontrar al Señor”. Estamos obligados –reconoció– a revisar esos comportamientos que a veces no ayudan a los demás a acercarse a Jesús. Al respecto, observó que no se debe disminuir las exigencias del Evangelio, pero tampoco se puede “correr el riesgo de malograr el deseo del pecador de reconciliarse con el Padre”. 
Al finalizar, el Santo Padre recordó a los sacerdotes que han sido elegidos para “suscitar el deseo de la conversión”, “ser instrumentos que facilitan el encuentro” y “extender la mano y absolver, haciendo visible y operante su misericordia”. Y pidió que cada persona que va a confesarse un padre, el Padre que perdona.
Finalmente, invitó a seguir a Jesús, como discípulos fieles, “para hacer participes a cuantos encontramos en nuestro camino de la alegría de su amor misericordioso”.
A continuación, el Pontífice se acercó a un confesionario, se arrodilló y se confesó. Después, entró en otro confesionario de la Basílica y confesó a varios fieles.