Una nueva forma de
vivir la Cuaresma
MIÉRCOLES DE CENIZA 2019
SANTANDER | 06.03.2019
Queridos diocesanos:
La Cuaresma es
como la puerta que nos introduce en el camino hacia la Pascua,
nuestra fiesta principal. Un año más vamos a celebrar la muerte y
resurrección de Cristo. Y hemos de prepararnos durante cuarenta días
para morir y resucitar con El. La Cuaresma representa un momento
fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios.
Porque es el tiempo oportuno para cambiar de vida, tiempo para
dejarse tocar el corazón.
1. La Palabra de Dios nos dice:_"Convertíos a
mí de todo corazón"
Hoy en concreto,
la Palabra de Dios en primer lugar es un llamamiento fuerte a la
conversión: en la primera lectura, el profeta Joel nos ha exhortado
a volver al Padre "de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto
(...), porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico
en piedad, y se arrepiente de las amenazas" (Jl 2, 12-13).
La promesa de Dios es clara: si escuchamos la invitación a la
conversión, Dios nos mostrará su misericordia y nos colmará de
innumerables favores. Con el salmo 50 que hoy era nuestra respuesta
a la Palabra de Dios hemos pedido a Dios que cree en nosotros "un
corazón puro", que nos renueve por dentro "con espíritu firme".
Luego, en el
pasaje evangélico, Jesús, poniéndonos en guardia contra la carcoma
de la vanidad que lleva a la ostentación y a la hipocresía, a la
superficialidad y a la auto-complacencia, reafirmaba la necesidad de
alimentar la rectitud del corazón. Al mismo tiempo, mostraba el
medio para crecer en esta pureza de intención: cultivar la intimidad
con el Padre celestial.
2. "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis
con Dios" (2Co 5, 20).
Esta invitación
del Apóstol resuena como un estímulo más a tomar en serio la
conversión. San Pablo experimentó de modo extraordinario el poder de
la gracia de Dios, la gracia del Misterio pascual, de la
que vive la Cuaresma misma. Por todo eso se nos presenta como
"embajador" del Señor para recordamos: "Dejaos reconciliar con
Dios... No echéis en saco roto la gracia de Dios"
Nos enseña el
Papa en su Mensaje para la Cuaresma de este año: "Cuando se abandona
la ley de Dios, la ley del amor, acaba triunfando la ley del más
fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del
hombre "lleva a la explotación de la creación, de las personas y del
medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo
como un derecho y que antes o después acabará por destruir incluso a
quien vive bajo su dominio". Y "en el camino hacia la Pascua -nos
dice el Papa- nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y
nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la
conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la
gracia del misterio pascual"
La Cuaresma es
el tiempo propicio para celebrar el Sacramento de la Reconciliación.
Siempre en este encuentro con el Señor se experimenta, hasta
sensiblemente, su cercanía y su misericordia. Por eso es fuente de
verdadera paz interior. El perdón de Dios no conoce límites. Siempre
está dispuesto a concederlo.
3. Oración, ayuno y limosna
En Cuaresma nos
preparamos para la Pascua practicando la oración, el ayuno y la
limosna. Son tres prácticas propias de la Cuaresma estrechamente
vinculadas entre sí y, por tanto, no se pueden separar. Escuchemos a
San Pedro Crisólogo en uno de sus sermones: "Tres son, hermanos, los
resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea
constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la
oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el
ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y
ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan
recíprocamente. El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la
misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de
dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee
uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee
ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se
compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al
suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no
cierra los suyos al que le súplica".
El papa Francisco
actualiza lo que hoy puede significar ayunar, orar y dar limosna:
"Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y
con las criaturas: de la tentación de "devorarlo" todo, para saciar
nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el
vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la
idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declaramos
necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para
salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos,
creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y
volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en
la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros
hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera
felicidad" (Mensaje de Cuaresma 2019)
"Queridos hermanos
y hermanas, la "Cuaresma" del Hijo de Dios fue un entrar en el
desierto de la creación para hacer que volviese a ser aquel
jardín de la comunión con Dios que era antes del pecado original
(cf. Mc 1,12-13; Is 51,3). Que nuestra Cuaresma suponga
recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo
a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción
para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm
8,21). No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a
Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión.
Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y
dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de
nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con
ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo
concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la
muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la
creación".
Con mi afecto y mi bendición,
+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander
Obispo de Santander
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