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En una Iglesia abarrotada, de sacerdotes y fieles
laicos, han recibido el cariño y homenaje los sacerdotes que han cumplido 25
(5), 50 (10) y 60 (7) años de servicio sacerdotal.
En el día
de S. Juan de Ávila, patrono del clero secular español y Doctor de la
Iglesia, se ha celebrado una Eucaristía en el Seminario de Corbán, en
que la Diócesis de Santander ha dado su justo tributo a los sacerdotes
que durante 25, 50 y 60 años han desgastado sus vidas, siendo, en
palabras Mons. Manuel Sánchez Monge, «trabajadores pacientes y
esforzados de la viña del Señor».
La figura de S. Juan de Ávila con su «vida llena de oración y una honda experiencia de
Dios, enamorado de la Eucaristía, fiel devoto de la Virgen», es todavía hoy relevante, aunque sea del s. XVI. El Sr. Obispo
en su homilía indicó que si hoy atrae su vida es por la similitud de sus «tiempos recios» con los nuestros; y por ello
invitó a descubrirlo como «ejemplo y modelo, maestro de evangelizadores».
Este año durante esta celebración se homenajeó a 22
sacerdotes que prestan su servicio en la Diócesis de Santander, y aprovechando
la presencia de fieles y sacerdotes, también recibieron los ministerios
laicales dos seminaristas, Ramón Gómez Ruiz y Paulino Mier Suárez. Estos
ministerios se enmarcan dentro del camino hacia el sacerdocio, y les capacitan
para asumir desde ahora un roll mayor dentro de las celebraciones litúrgicas.
En
su homilía el Obispo aseguró que en estos momentos se hace necesario «echar el ancla en aquello que tiene
solidez suficiente para superar todo el oleaje de la noche pasajera» y
proponiendo a los sacerdotes del presbiterio diocesano tenerlo como santo de
cabecera, pues «el contacto con este verdadero maestro de evangelizadores encenderá de nuevo el ardor necesario
para anunciar a Jesucristo y construir su Iglesia en el s. XXI» con «una
insaciable hambre y unos continuos deseos de llevar los hombres a Dios».
«Lo único de lo que me arrepiento es de no haber entrado antes al Seminario».
«Entré al Seminario de Burgos con 15 años, y viví 10 años muy felices, pero tenía claro que sería sacerdote en mi tierra».
«Estuve 6 años en Linares de Peñarrubia, estuve 4 en Laredo y después estuve en Ramales casi 23 años y desde el 2000 en el Alisal de Santander».
«En Ramales me tocó ayudar a una familia que había perdido a la madre por un cáncer. Con ellos me siento padre, de los 3, y abuelo, de sus 6 hijos».
«El 29 de septiembre de 1947 comenzamos 53 compañeros en el Seminario. Siempre llevo sus nombres conmigo».
«Tras entregarme mucho en los primeros años de ministerio, me cansé… y tuve que parar. Y, desde hace 52 años ayudo en la Parroquia de la Visitación».
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