Una de las primeras visitas del papa Francisco como Sucesor de Pedro
fue a Lampedusa, una pequeña isla italiana de unos 5.000 habitantes, en
la que ha desembarcado un número ingente de inmigrantes, que llegaba en
pateras. Algunos otros encontraron la muerte en la travesía y han
contribuido a convertir el mar Mediterráneo en un cementerio. Ante tan
dolorosa y vergonzosa realidad, el Papa clamó en una homilía memorable
contra ‘la globalización de la indiferencia’ y nos preguntó a los
europeos: “¿Estamos anestesiados ante el dolor ajeno?”
La cruz de Lampedusa fue construida con tablas de una barcaza que
naufragó en octubre de 2013 dejando 349 muertos en el Mediterráneo. En
Lampedusa el papa Francisco sugirió que esta Cruz visitara toda Europa
para que nos recordara el drama de la inmigración y nos interpelara para
dejar de ser cómplices en la ‘globalización de la indiferencia’.
Después de haber recorrido todas las diócesis de Italia, el Museo
Británico y algunas diócesis españolas nos llega desde Murcia, la Cruz
de Lampedusa a nuestra diócesis de Santander. Nos sorprende celebrando
el Año Jubilar del ‘Lignum crucis’ que se custodia en el Monasterio de
Santo Toribio de Liébana.
Puede ser una buena ocasión para que tomemos conciencia de que Cristo
sigue siendo crucificado hoy en las personas de sus hermanos obligados a
dejar sus tierras buscando condiciones dignas de vida. Acojamos esta
Cruz tan significativa con verdaderos deseos de conversión.
+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander
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